domingo, 9 de marzo de 2025

Sobre el debate en booktube acerca de el antiintelectualismo.

Por Booktube sigue debatiéndose desde hace meses el tema del "antiintelectualismo" -y el problema con el dark romance/romantasy/spicy-.

(No lo digo yo, lo dicen los que debaten).


De base: Aristóteles en La Poética refirió a Platón sobre los relatos como: un relato debe educar y entretener.

Esa era la premisa de la literatura hasta el siglo XX donde se separó y dio lugar a una línea academicista (según que etapa o enfoque habría quien incluso le daría un matiz político: "oficialista", "propagandista" -esto, hace unos años nos lo hacían ver así en Filología desde la época de la Literatura Medieval-) y otra que no.

Habría quien haría una división entre tradición escrita y oral y su influencia. No voy a entrar en esto, aunque tampoco lo descartaría como aspecto social, ya que en este periodo actual estamos conviviendo con lo impreso -papel, ebook- y lo oral -audiolibro-.


Tiene lugar el debate interno en bookstagram mientras una parte celebra los 20 años de Crepúsculo.


Booktrovertida casi dio en el clavo. Es filóloga. Un detalle que no me parece menor en este debate. 


Observando el asunto, con el bagaje de llevar 25 años en internet, tener formación en Turismo, Filología y en Biblioteca.

Objetivamente, llego a la conclusión que lo que ocurre es similar a otras etapas históricas en las que la tecnología afectó a la sociedad y por tanto a la literatura.


Cuando se creó la imprenta -como con la informática se expandió gracias a la pelea por la patente, incluso fue perseguida pero los gobiernos decidieron que mejor establecían una imprenta oficial en cada ciudad grande, con su censura y sus impuestos-, muchos autores se negaron a pasar por ese cambio tecnológico y seguían produciendo sólo en manuscrito porque no querían "perder calidad". No querían llegar a un lector distinto al que tenían. 

Dado que publicar en libro impreso implicaba pasar por una censura de contenido, incluso pagar unos costes distintos, podría plantearse la cuestión: ¿Eran anticuados o más bien antisistema?


Pasar a libro impreso permitía leer en otros espacios, en otros ambientes, y dio lugar a desarrollar otro tipo de historias, con otro enfoque, otra longitud del texto.

Se hacían presentaciones el librerías y había personas que asistían para piratear luego el texto. Existían textos piratas, apócrifos, etc.

Es bastante curioso documentarse más sobre el cambio que supuso la imprenta, -o hoy diríamos todas las fanfic -precuelas, secuelas, variaciones canónicas, etc- que derivaron del Amadís de Gaula-, justo en el periodo llamado Siglo de Oro. Cuando se declaró la primera bancarrota de un Estado, y vio la luz la obra magna: El Quijote.


Volvamos a nuestros tiempos, con la generalización de internet se dio lugar en foros, bitácoras, etc al llamado fandom, sobre todo entre -por aquel entonces- adolescentes. Fundamentalmente de series televisivas. 


Esta parte el lector millennial o zenial lo entenderá y le parecerá absurdo tener que explicarlo, pero la sociedad la conformamos diferentes generaciones conviviendo a la vez, y hasta tu abuela tiene instagram por lo que también quiere entender y poder participar en estas cosas, aunque sea con su generación.

El fandom de las series, entre temporada y temporada desarrollaban teorías de tramas, y poco a poco asentaban los tropos típicos del formato fanfic. Esto llegando un momento las series lo saben.
Generaban su vocabulario propio como el OOC (out of character, fuera del carácter habitual del personaje), si una trama era headcanon -canónica en muchas líneas argumentales de las fanfic pero no era un canon oficial en la serie) por citar unos básicos.

Las fanfic son relatos "breves" -realmente pueden tener extensión similar a una novela estándar-, a veces son una compilación de escenas por encargo, que pueden cambiar la ambientación, el género literario, incluso crean precuelas, secuelas, cruces entre series, crean algún personaje nuevo.
Por lo general, trabaja con un mundo creado, una personalidad de los personajes ya dada, en definitivo un código conocido por el lector y escritor de fanfic.

Al escritor le permite experimentar, colaborar entre el fandom para desarrollar una obra -a veces escriben entre varios autores, otros desarrollan fanart: ilustraciones, música, etc sobre el relato base- y recibir con prontitud una respuesta directa de parte del lector. 

Cosa que en una novela tradicional todo ello es más infrecuente.

Por lo general, un escritor hace 20 años no tenía redes sociales, y no interactuaba con los lectores de ese modo. 

Como muchas series para mantener enganchado a parte de los seguidores alargan un posible romance, crean triángulos amorosos, el fandom apoya a un par, o crea guerras contra el otro.

Eso asentó tropos como: enemigos a amantes, se quedan encerrados en un cuarto, comparten una cama, tienen que cuidar al otro personaje enfermo, les pilla una tormenta, etc.

Como a su vez los guiones de las series en los 2000 dejaron de ser para todos los públicos y pasaron a ser de género, se empezó a tratar otros temas delicados como el alcoholismo.
Las fanfics también lo hicieron, y de ahí nació el etiquetado, o trigger warning para avisar al lector y que leyese con precaución. 

Fanfic.net decidió filtrar y excluir determinados temas, lo que dio lugar a archiveofourown, donde no se filtraba tanto el contenido, incluso había quien cruzaba la línea y escribía relatos entre los actores y no entre los personajes.

Entre tanto con el asentamiento y generalización de internet, se podía autopublicar directamente en libro digital, casi sin intermediarios de ningún tipo (ni corrector ortotipográfico, ni corrector de estilo, ni maquetación, ni ilustraciones - eran cuestiones opcionales).

En espacios en línea, se establecieron retos a escritores en el mundo anglosajón como NaNoWriMo, que consiste en escribir una novela durante el mes de noviembre.
El premio: quien llegue al conteo de palabras requerido, el organizador se compromete a revisar, corregir el texto y publicarlo.

Y después llegó Wattpad que da espacio tanto a fanfic como a relatos.

Hay editoriales nuevas que publican en impreso solo de autores digitales, incluso etiquetan en la contraportada como se hace en las fanfic: enemigos a amantes, se quedan encerrados en un cuarto, spicy, etc.


El lector de fanfic lo hacía en digital, en su portátil, su móvil, su tablet. En cualquier otro espacio y momento del día distinto al habitual de leer un libro, y con la adicción que tiene esta sociedad al móvil más de un lector de fanfic pasa sus horas de insomnio leyendo.
Podías compartir tu parecer tanto con otros lectores, divulgar la obra en tus redes sociales en los espacios del fandom, como debatir directamente con el escritor de fanfic.

Podías seguir las redes sociales de ese escritor, romper la pared de la privacidad. Eso daba lugar a que más lectores de fanfic pasasen a ser escritores de fanfic. De pronto todo era mucho más cercano, una experiencia más compartida. Podría decirse que es parte de una experiencia generacional, como fue ir de intercambio en el instituto, de Erasmus en la universidad, o la crisis de 2008.


¿Hemos hablado en algún momento de sus lecturas fuera del fandom? No.

Hay escritores de fanfic que sí se les nota un bagaje lector, con referencias claras a determinados autores, estos normalmente escriben tramas más didácticas.

Pero también está dando lugar a escritores que quieren serlo sin leer novelas tradicionales.
O sea se alejan totalmente de la línea academicista, pues en estos 20 años, sólo han leído en digital, ya sea un ebook, autopublicado, fanfic o un best seller tradicional en formato digital. Incluso se inspiran más en videojuegos que en lecturas.

Y vuelve a ser cuestión de una experiencia generacional por la tecnología del momento. Es lo normal.
A mi prima de 15 años si le enseño un disquete cree que es una impresión en 3D del símbolo de guardar en el procesador de textos, pues el disquete es una tecnología que generacionalmente no ha conocido.

La inmediatez que ofrece lo digital está llevando a un uso compulsivo de las redes y cualquier otro elemento, que esté sólo a un clic de distancia. 
Escuchar en un bucle de 30 segundos las novedades musicales de la semana, en lugar de escuchar cada canción completa, porque "no tengo tiempo", pese a que así se tira igualmente 4 horas en el móvil.
Y los lectores no son ajenos a esto.

Por lo visto hay quien adquiere una novela sólo para leer las escenas spicy. 

Consumen un libro como hacen con una fanfic. Esto está sorprendiendo a muchas personas.


Ubicados, volvamos a Crepúsculo. Hace veinte años.

La fanfic más famosa de esa saga se publicó y se vendió como "romance" de señoras: 50 sombras.

El impacto social fue tal que rara es la serie de aquel entonces que no hizo al menos un guiño, más o menos sutil, en un episodio (Haven, Castle, etc).

El desarrollo de las series televisivas de género ha llevado a pasar de las series policiacas, a series sobre atracos, incluso al llamado true crime. Eso ha llevado a que una parte romantice ciertas personalidades, oficios, situaciones.

Obviamente eso ha debido de tener su repercusión en las fanfic, donde ya había autores que escriben por transgredir, por ir más allá, porque no todo son los poemas de amor y desamor de Garcilaso.

De esas sombras y cambios tecnológicos estos dark romance/romantasy/spicy y ese adquirir un libro solo para leer una escena. Parte de lo que se refieren por antiintelectualismo. 

Parte de la discusión sobre el dark romance, ya lo han explicado los canales de literatura gótica, el dark romance ahondaba en la psicología del personaje gris -ni es malo ni bueno del todo, no es que sea anodidno- y no fabular que entre a seducirte un ladrón mientras desvalija tu casa.

Otra parte es la influencia de goodreads -de las primeras plataformas que permitía registrar, puntuar y reseñar tus lecturas, compartir y conocer a otros lectores pero que con las redes sociales se ha venido quedando algo obsoleta- que ha promovido autores y enfoque norteamericano en la literatura.

Entre tanto surgieron los influencers, personas que dedican parte de su tiempo a entretener en redes sociales habitualmente con video -youtube, instagram, etc-: unos con intención didáctica tratan de divulgar conocimiento y otros puramente entretienen y son ingeniosos, tienen su carisma, su magnetismo, su chispa -no discuto que es un trabajo y le ponen mucha dedicación: viajes o eventos por trabajo, escribir guion, editar, publicar- que tanto colaboran con el mundo literario -"la editorial x me ha enviado x novela adelantada y os cuento", como con otros afiliados afines (plataformas de audiolibros, de ebook, joyería, gafas, infusiones, etc-. Y me parece correcto, es parte de la lectura y de su trabajo.

Ellos mismos han abierto debate sobre la influencia de goodreads y de las redes sociales -usar o no anglicismos como tbr -to be read, por leer-, bookhaul -comprar lotes de libros-, unboxing -desempaquetado de un libro recibido-, retelling -reescritura de un relato, habitualmente desde el punto de vista de otro personaje, esto tampoco es nuevo en la literatura-.
Hay quien tiene la sensación que el mundo hispanohablante se ha dejado llevar, y hay pocos influencers que pongan en valor a autores hispanohablantes ya sean fallecidos o actuales.
No tengo una opinión al respecto, más allá que entiendo que cada uno es libre en su canal de usar anglicismos o no, hablar de autores actuales o a no, hispanohablante o no, sólo estoy reseñando lo que veo que han venido expresado otros debatientes.

TODA esta confluencia. hace 20 años era impensable, pero las editoriales vieron que tenían que ponerse las pilas. Y han hecho bien en colaborar con influencers, en volver a poner en valor a determinados autores por ser X aniversario, en hacer más amena la literatura y no solo enfocarse en lo academicista que debido a las lecturas obligatorias escolares se perdían muchos lectores pues no se dejaba un resquicio a lecturas más cercanas en el tiempo, más relajantes, más divertidas o entretenidas.


A nadie le obligan a seguir a un bookstagramer u otro, cada uno es libre de seguir al que prefiera: solo al que reseña, al que analiza obras, al didáctico; por temática o época: clásicos, terror, ciencia ficción, romántica; sólo al que entretiene; a quien tiene más cercanía a tu edad o no -personalmente suelo distanciarme de generaciones posteriores a la mía precisamente por el cambio sociotecnológico, sencillamente me llaman cosas distintas por lo que no suelo seguir o interactuar con ellos pues creo que como cada generación, merecen su propio desarrollo- o a ambos tipos sin problema porque a veces apetece algo más academicista y otras algo más entretenido. Como creador de todos se puede aprender. Para gustos, los colores.

Con las lecturas es igual, una vez conocido estos distintos orígenes actuales de un texto, a nadie le obligan a leer o no academicista o algo más relajado que solo busca entretener.
Otro asunto son las editoriales.
Algunos influencers vienen acusando las traducciones con mala maquetación, erratas. Que algunas sagas las están presentando muy rápido, que están saturando el mercado con expandir tanto determinados nichos narrativos. Eso creo que deberían mejorarlo.


Entre todo este tiempo de cambio, aún hay concursos literarios, los talleres y masters de escritura están más que arraigados.

Cada autor es libre de seguir una línea, otra o alternarlas. Creo que deberían conocerse ambas. El autor academicista puede tener cosas que aprender del digital, y vice versa, aunque sea para no pisarse las mangueras.
Algunos influencers han venido acusando que algunos autores academicistas parecen haber querido probar con los tropos tipo fanfic pero resulta como leer la lista de la compra, y no queda bien hecho.


Sobre las fanfic comparto la opinión de Lorena Amkie.

Para empezar, adquirir el compromiso de escribir con asiduidad, para experimentar ciertas tramas o géneros, quitarse cierto miedo escénico de compartir la obra, ver si se entiende adecuadamente, para poder pulirse con consejos de los compañeros, lectores beta, etc me parece correcto.

No olvidando que el marco de la línea academicista es distinta y también deberían conocerlo, incluso si no quieren trabajarlo.

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